domingo, 3 de mayo de 2009

Tres de mayo




Hace unos meses me llegó el siguiente texto al correo. Un poco extenso, pero creo que hoy es un día apropiado para recordarlo:


[...]Mi esposa me recomendó salir con otra mujer:

- Tú sabes que la amas –me dijo un día, tomándome por sorpresa-. La vida es muy corta, dedícale tiempo.
- Pero yo te amo a ti –protesté.
- Lo sé. Pero también la amas a ella.

La otra mujer a quien mi esposa quería que yo visitara, era mi madre, viuda desde hace años, pero por las exigencias de mi trabajo y mis hijos, hacían que sólo la visitara ocasionalmente.

Esa noche la llamé para invitarla a cenar y al cine.

- ¿Qué te ocurre? ¿Estás bien? –me preguntó.

Mi madre es una mujer que una llamada tarde en la noche o una invitación sorpresiva es indicio de malas noticias.

- Creí que sería agradable pasar algún tiempo contigo –le respondí. Los dos solitos, ¿qué opinas?

Reflexionó sobre ello un momento.

- Me gustaría muchísimo –dijo.

Ese viernes mientras conducía para recogerla después de mi trabajo, me encontraba nervioso, era el nerviosismo que antecede a una cita… y, por Dios, cuando llegué a su casa, vi que ella también estaba muy emocionada. Me esperaba en la puerta con su viejo abrigo puesto, se había rizado el pelo y usaba el vestido con el que celebró su último aniversario de bodas, su rostro sonreía, irradiaba luz como un ángel.

- Les dije a mis amigas que iba a salir con mi hijo y se mostraron muy emocionadas –me comentó mientras subía a mi coche. No podían esperar a mañana para escuchar acerca de nuestra velada.

Fuimos a un restaurante no muy elegante, pero sí muy acogedor. Mi madre se aferró a mi brazo como si fuera la Primera Dama de la Nación. Cuando nos sentamos tuve que leerle el menú, sus ojos sólo veían grandes figuras. Cuando iba por la mitad de las entradas, levanté la vista; mi madre estaba sentada al otro lado de la mesa y sólo me miraba. Una sonrisa nostálgica se le delineaba en los brazos.

- Era yo quien te leía el menú cuando eras pequeño, ¿recuerdas?
- Entonces es hora de que te relajes y me permitas devolver el favor –respondí.

Durante la cena tuvimos una agradable conversación, nada extraordinario, sólo ponernos al día uno con la vida del otro. Hablamos tanto que nos perdimos el cine.

- Saldré contigo otra vez, pero sólo si me dejas invitar –dijo mi madre cuando la llevé a su casa.

La sentí, la besé, la abracé.

- ¿Cómo estuvo la cita? –quiso saber mi esposa cuando llegué aquella noche.
- Muy agradable, gracias. Mucho más de lo que imaginé –le contesté.

Días más tarde mi madre murió de un infarto masivo Todo fue tan rápido. No pude hacer nada.

Al poco tiempo recibí un sobre del restaurante donde habíamos cenado mi madre y yo y una nota que decía:

“La cena está pagada por anticipado, estaba casi segura que no podría estar allí, pero igual pagué para los dos, para ti y tu esposa. Jamás podrás entender lo que aquella noche significó para mí. ¡Te amo!”.

En ese momento comprendí la importancia de decir a tiempo “te amo” y de darles a nuestros seres queridos el espacio que se merecen; nada en la vida será más importante que Dios y tu familia, dales tiempo porque ellos no pueden esperar.


...

Día y actualización para alguien. Felicidades a todas las madres y, muy en especial, a la mía, por supuesto.

sábado, 18 de abril de 2009

Conversaciones de ascensor



En algún sitio debería haber un libro con temas de conversación en los ascensores, aunque sólo fuese para pasar los pocos segundos que en ocasiones compartimos con la gente… y que se nos pueden hacer eternos.

Siempre tenemos esa obsesión con el tiempo: cuando algo va mal queremos que pase rápido, pero si estamos disfrutando deseamos que se haga eterno. Inventamos maquinarias para medir el tiempo y nos hacemos esclavos de ellas. Ponemos nombres a su transcurso: segundos, minutos, horas, días, semanas, meses… para, al final, darnos cuenta de que jamás podremos controlarlo.

Porque, cuando el Sol se oculta… siempre viene la noche. Y hay gente que todavía teme que al día siguiente el Sol no aparezca de nuevo.

sábado, 4 de abril de 2009

¿Y si...?



Ciertas cosas sólo suceden una vez en la vida... y las dejamos pasar. Es como cuando nos cruzamos con alguien en la calle por primera vez. Miramos a esa persona por unos segundos y surge una leve sonrisa en los labios seguida de una especie de atracción. Sientes que compartes algo con ella y, en un instante, se ha esfumado y ya es demasiado tarde. Luego, cada ocasión que pasas por el mismo lugar recuerdas que esa persona estaba ahí y la dejaste escapar. Incluso miras a tu alrededor por si vuelve a aparecer. Piensas ¿y si me hubiera parado?, ¿y si le hubiera dicho algo? ¿y si...?

miércoles, 18 de marzo de 2009

Caminar...




En ocasiones las palabras surgen en el momento y lugar más insospechado. Y son demasiadas como para borrar los recuerdos y dejar que el cielo se escape de las manos.

Caminar... entre el pasado y el futuro, sin que los relojes se detengan a mi paso… y seguir caminando con el absurdo del dolor y sin más sueños que aquellos que se olvidaron. Entonces sonrío, tal vez para olvidar las heridas, quizá porque así me lo enseñaron para disimular las emociones.

Caminar... sin exigir que las heridas cicatricen pronto, sin dejar que los ojos se cubran de lágrimas demasiado grandes y dejando los recuerdos para el olvido.

Caminar… y fingir que todo va bien y que lo mejor es conformarse con la realidad.

Caminar… sin mirar atrás.

martes, 10 de marzo de 2009

Cicatrices



Si miro detenidamente mi cuerpo descubro que está curtido de cicatrices, algunas de ellas en los lugares más insospechados, como mapas secretos de mi historia personal, tal vez vestigios de antiguas batallas. Algunas heridas se cerraron para dejarme sólo una cicatriz, pero otras no. Hay ciertas cicatrices que sé que llevaré a todas partes y, aunque la herida cierre, sé que el dolor persistirá hasta el último de mis días.

Porque las nuevas heridas pueden ser terriblemente dolorosas, pero hay otras, más viejas, que debieron cerrarse hace años pero no lo hicieron. Quizá estas últimas me instruyen en algo: dónde he estado, qué he superado, qué debo evitar en un futuro… cosas que preciso aprender una y otra vez.