lunes, 15 de septiembre de 2008

Derecho de admisión


Entras en un local… como los demás. Escoges el artículo… al igual que cualquier cliente. Vas a pagarlo… como el resto. Pero no puedes pagar: tu dinero no vale porque alguien ha colocado un cartel donde la empresa se reserva el derecho de admisión.

Trato de ponerme en el lugar de esa persona, cómo se ha sentido… y no puedo. Es demasiado complicado… o tal vez es tan duro de aceptar que no puedas comprar un simple refresco porque eres extranjero y has estado pidiendo unos céntimos a las puertas del supermercado. Llegas a la caja y alguien dice: “no le cobres, ya sabe que no puede entrar ni estar ahí fuera”.

¿Habría hecho daño a alguien por comprar una lata? Lo dudo mucho. ¿Es que acaso su dinero no tiene el mismo valor que el mío? Por lo visto. Hay quien se empeña en mantener las clases.

Nunca suelo dar dinero a la gente que pide en la calle, pero esta vez lo he hecho. Cierto que podría haberle comprado el refresco y regalárselo al salir, aunque quizá eso la hubiese hecho sentir peor. Así que, antes de irme, le he dado unas monedas para que fuese ella quien lo comprase… pero en otra tienda, donde quizá no la juzguen por su aspecto, donde lo que realmente importe sea su dignidad.

Creo que tardaré bastante tiempo en volver a pasarme por allí.

2 comentarios:

CalidaSirena dijo...

No me extraña, yo haría lo mismo, no volvería a entrar en ese local, porque juzgar a la gente por su vestimenta, cuando lo esencial es lo que se lleva por dentro??..
Gracias por tu visita a mi orilla..
Besos muy cálidos

Rolando Escaró dijo...

yo no volvería a ese lugar. aun no entiendo por que es tan dificil erradicar la discriminación